Fue un honor para mí sumarme al Presidente en la Casa Blanca para tomarles el juramento de fidelidad a 24 miembros de las Fuerzas Armadas cuando se hicieron ciudadanos de nuestro país. Estos hombres y mujeres nacieron en 16 países diferentes, pero vinieron a Estados Unidos con un propósito común y optaron por defender a su país adoptivo incluso antes de hacerse ciudadanos.
Estos hombres y mujeres son brillantes ejemplos de la energía, talento y dedicación que los inmigrantes siempre han traído a este país. Me enorgullece llamar a cada uno de ellos mis conciudadanos.
Todos los nuevos ciudadanos se enlistaron o volvieron a enlistar en el servicio militar después del 11 de septiembre y se comprometieron a defender a Estados Unidos y sus ideales a pesar de que cabía la posibilidad de que fueran movilizados a una zona de combate hostil. Pero se ofrecieron de todos modos a defender la seguridad de Estados Unidos y los ideales de nuestra nación. Para algunos de ellos, esto significó tres periodos de servicio en Iraq o celebrar el Día de la Madre con sus hijos por videoconferencia.
Aunque el sacrificio hecho por estos hombres y mujeres –incluso sin ser ciudadanos– es extraordinario, sus casos no son únicos. Desde el 11 de septiembre, 58,000 miembros de las Fuerzas Armadas se han hecho ciudadanos estadounidenses y en varios casos, tomaron el juramento de lealtad mientras prestaban servicios en Irak o Afganistán.
Nacen estadounidenses en todos los rincones del mundo, pero como estos hombres y mujeres que se volvieron ciudadanos, vienen a Estados Unidos debido a su compromiso con nuestros ideales y la fe en el Sueño Americano. Muchos de ellos arriesgan la vida por su país incluso antes de que pasen a ser ciudadanos oficialmente. Los 24 miembros de las Fuerzas Armadas que se hicieron estadounidenses el viernes nos recuerdan que inmigrantes como ellos siempre han ayudado a fortalecer a nuestro país. Debemos continuar esa tradición en el siglo XXI.
Janet Napolitano es secretaria de Seguridad Nacional