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The White House
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Comentarios del Presidente Barack Obama en la dedicación de la biblioteca presidencial George W. Bush

 

 

THE WHITE HOUSE
Oficina del Secretario de Prensa
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Para publicación inmediata                    
25 de abril, 2013
 
COMENTARIOS DEL PRESIDENTE BARACK OBAMA
EN LA DEDICACIÓN DE LA BIBLIOTECA PRESIDENCIAL GEORGE W. BUSH
 
Centro Presidencial Bush
Dallas, Texas
 

10:42 A.M. CDT

PRESIDENTE OBAMA: Muchísimas gracias. (Aplausos.) Gracias. Tengan la bondad de sentarse. Al Presidente Bush y la Señora Bush; al Presidente Clinton y ahora ex-Secretaria Clinton; al Presidente George H.W. Bush y la Señora Bush; al Presidente y la Señora Carter; a los líderes mundiales actuales y antiguos y todos los distinguidos invitados que se encuentran aquí hoy, Michelle y yo nos sentimos honrados de estar con ustedes para marcar esta ocasión histórica.

Esta es una fiesta del tamaño de Texas. Y eso es digno de que lo que estamos reunidos para hacer aquí hoy: honrar la vida y el legado del Presidente número 43 de los Estados Unidos, George W. Bush.

Cuando todos los antiguos Presidentes vivos están juntos, también es un día especial para nuestra democracia. Se nos ha denominado “el club más exclusivo del mundo”, y realmente tenemos una casa club bastante agradable. Pero la realidad es que nuestro club es más bien un grupo de apoyo. La última vez que todos nosotros nos reunimos fue justamente antes de que yo asumiera el poder. Y yo necesitaba esa reunión. Puesto que, tal como puede afirmar cada uno de estos líderes, no importa cuán preparado crea uno que está para asumir el cargo de la presidencia, es imposible entender plenamente la naturaleza del cargo hasta que es de uno, hasta que uno está sentado ante ese escritorio.

Y por eso es que cada Presidente adquiere una mejor apreciación de todos aquellos que han servido antes que él; de los líderes de ambos partidos que han asumido los retos trascendentales y han sentido el peso enorme de una nación sobre sus hombros. Y para mí, esa apreciación se extiende sobremanera al Presidente Bush.

Lo primero que yo encontré en ese escritorio el día que asumí el poder fue una carta de George, que me demostró su compasión y su generosidad. Ya que él sabía que yo llegaría a aprender lo que él había aprendido; que ser Presidente, por sobre todas las cosas, es un cargo aleccionador. Hay momentos en que uno comete errores. Hay veces en que uno desea poder darle marcha atrás al reloj. Y lo que sé que es verdad sobre el Presidente Bush, y que espero que mi sucesor diga sobre mí, es que amamos a este país y que hacemos nuestro mejor esfuerzo.

Ahora bien, anteriormente, el Presidente Bush ha dicho que es imposible juzgar su presidencia mientras él esté vivo. Así es que tal vez esto es un poco prematuro. Pero, incluso ahora, hay ciertas cosas que realmente conocemos.

Conocemos que fue un hijo criado por unos padres fuertes y amorosos en Midland, habiendo heredado famosamente, según él mismo dice “los ojos de mi papá y la boca de mi mamá”. (Risas.) El niño pequeño que una vez regresó a casa después de una excursión a un museo y le presentó orgullosamente a su aterrorizada madre una pequeña rabadilla de dinosaurio que se había metido en el bolsillo para llevarse a casa. (Risas.) Me apuesto que eso fue algo que le agradó mucho a Barbara.

Conocemos que fue un joven que conoció al amor de su vida en una cena de amigos, y que deshizo sus planes de irse a dormir temprano y en lugar de ello estuvo conversando con la brillante y encantadora Laura Welch hasta tarde esa noche.

Conocemos que fue un padre que crió a dos extraordinarias, cariñosas y hermosas hijas, incluso después que ellas intentaron desanimarlo de que se postulara para Presidente, diciéndole, “Papá, no eres tan genial como tú crees que eres”. (Risas.) Sr. Presidente, puedo identificarme con eso. (Risas.) Y ahora vemos al Presidente Bush como abuelo, apenas comenzando a malcriar a su recién nacida nieta.

Así es que conocemos al Presidente Bush como hombre. Y lo que dijo el Presidente Clinton es realmente cierto; conocer al hombre es tenerle estimación al hombre, ya que él se siente a gusto con sí mismo. Él sabe quién él es. Él no intenta hacerse pasar por quien no es. Él toma muy en serio su posición, pero no se toma muy en serio a sí mismo. Él es un buen hombre.

Pero también conocemos algo acerca de George Bush el líder. A medida que recorremos esta biblioteca, obviamente nos viene el recuerdo de la increíble fortaleza y resolución que se hizo escuchar a través del megáfono mientras se encontraba en medio de los escombros y las cenizas de la Zona Cero, prometiendo enjuiciar a aquellos que habían intentado destruir nuestro modo de vida.

Recordamos la compasión que demostró en liderar la lucha global contra el SIDA y la malaria, ayudando a salvar millones de vidas y recordándole a la gente en los rincones más pobres del mundo que los Estados Unidos siente por ellos y que estamos aquí para ayudar.

Recordamos su compromiso a cruzar las barreras entre partidos para acercarse a aliados improbables tales como Ted Kennedy, porque este creía que teníamos que reformar nuestras escuelas en ciertas formas para ayudar a aprender a todos los niños y no solo a unos cuantos; que tenemos que reparar un sistema de inmigración que no funciona; y que este progreso solo es posible cuando lo hacemos todos juntos.

Hace siete años, el Presidente Bush reinició una conversación importante hablando con el pueblo americano sobre nuestra historia como una nación de leyes y una nación de inmigrantes. Y a pesar de que la reforma migratoria general ha tomado un poco más de tiempo de lo que todos nosotros esperábamos, tengo la esperanza de que este año, con la ayuda del Presidente de la Cámara Boehner y algunos de los senadores y miembros del Congreso que están aquí hoy, logremos llegar a la meta, por nuestras familias, y nuestra economía, y nuestra seguridad, y por este increíble país que tanto amamos. Y, si hacemos esto, se deberá en gran parte al gran esfuerzo del Presidente George W. Bush. (Aplausos.)

Y, por último, un Presidente no tiene una decisión mayor ni una carga más solemne que servir como Comandante en Jefe de la mejor fuerza militar que el mundo jamás haya conocido. Tal como lo ha dicho el mismo Presidente Bush, “los Estados Unidos tienen que mantener y mantendrán su palabra a los hombres y las mujeres que tanto nos han dado a nosotros". Así es que, incluso cuando nosotros los estadounidenses podemos a veces no estar de acuerdo sobre asuntos de política extranjera, compartimos un profundo respeto y reverencia por los hombres y mujeres de nuestra fuerza militar y sus familias. Y estamos unidos en nuestra determinación de consolar a las familias de los caídos y de ocuparnos de aquellos que usan el uniforme de los Estados Unidos. (Aplausos.)

En el vuelo de regreso de Rusia, después de negociar con Nikita Khrushchev en la cima de la Guerra Fría, la secretaria del Presidente Kennedy encontró una pequeña hojita de papel donde el Presidente había escrito un dicho favorito: “Yo sé que existe un Dios. Y veo que se aproxima una tormenta. Si Él tiene un lugar para mí, creo que estoy listo".

Nadie puede estar totalmente preparado para este cargo. Pero los Estados Unidos necesitan líderes que estén dispuestos a encarar la tormenta frente a frente, incluso mientras rezan por la fortaleza y la sabiduría de Dios para que puedan hacer lo que ellos creen que es lo correcto. Y eso es lo que han hecho todos los líderes con quienes ahora comparto este escenario. Eso es lo que decidió hacer el Presidente George W. Bush. Por eso es que me siento honrado de ser parte de la celebración del día de hoy.

Sr. Presidente, por su servicio, por su valor, por su sentido de humor, y, más que todo, por su amor al país, muchísimas gracias. De parte de todos los ciudadanos de los Estados Unidos de América, que Dios lo bendiga. Y que Dios bendiga a estos Estados Unidos. (Aplausos.)

FIN               

10:50 A.M. CDT