Cross Hall

7:32 P. M. EDT

EL PRESIDENTE: En el Día de los Caídos el pasado lunes, Jill y yo visitamos el Cementerio Nacional de Arlington.

Cuando entramos en esos terrenos sagrados, vimos filas y filas de cruces entre las filas de lápidas, con otros emblemas de creencias, en honor a quienes pagaron el precio final en los campos de batalla de todo el mundo.

El día anterior visitamos Uvalde — Uvalde, Texas. Frente a la Escuela Primaria Robb, nos paramos frente a las 21 cruces para los 19 estudiantes de tercer y cuarto grado, y dos maestros. En cada cruz, un nombre. Y cerca, una foto de cada víctima que Jill y yo nos acercamos para tocar. Víctimas inocentes, asesinadas en un aula convertida en campo de exterminio.

De pie allí en ese pequeño pueblo, como tantas otras comunidades en todo Estados Unidos, no pude evitar pensar que hay muchas otras escuelas, muchos otros lugares cotidianos que se han convertido en campos de exterminio, campos de batalla aquí en Estados Unidos.

Estuvimos en un lugar así solo 12 días antes, frente a una tienda de comestibles en Buffalo, Nueva York, recordando a 10 compatriotas estadounidenses (un esposo, un padre, un abuelo, un hermano) que se fueron para siempre.

En ambos lugares, pasamos horas con cientos de familiares que estaban destrozados y cuyas vidas nunca volverán a ser las mismas. Y tenían un mensaje para todos nosotros: Hagan algo. Solo hagan algo. Por el amor de Dios, hagan algo.

Después de Columbine, después de Sandy Hook, después de Charleston, después de Orlando, después de Las Vegas, después de Parkland, no se ha hecho nada.

Esta vez, eso no puede ser cierto. Esta vez, debemos hacer algo.

El problema al que nos enfrentamos es de conciencia y de sentido común.

Para muchos de ustedes en casa, quiero ser muy claro: No se trata de quitarle las armas a nadie. Se trata de deni… no de denigrar a los prop…[sic] propietarios de armas. De hecho, creemos que deberíamos tratar a los propietarios de armas responsables como un ejemplo de cómo debe comportarse todo propietario de armas. Respeto la cultura, la tradición y las preocupaciones de los propietarios legales de armas.

Al mismo tiempo, la Segunda Enmienda, como todos los demás derechos, no es absoluta. Fue el ju… fue el juez Scalia quien escribió, y cito: “Como la mayoría de los derechos, el derecho…” – Segunda Enmienda – los derechos otorgados por la Segunda Enmienda “no son ilimitados”. No son ilimitados. Nunca lo fueron.

Siempre ha habido limitaciones sobre qué armas se pueden tener en los Estados Unidos. Por ejemplo, las ametralladoras han sido reguladas por el gobierno federal durante casi 90 años. Y este sigue siendo un país libre.

No se trata de quitarle los derechos a nadie. Se trata de proteger a los niños. Se trata de proteger a las familias. Se trata de proteger a comunidades enteras. Se trata de proteger nuestras libertades de ir a la escuela, al supermercado y a la iglesia sin que nos maten a tiros.

Según nuevos datos publicados recientemente por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, las armas de fuego son la principal causa de muerte de niños en los Estados Unidos de América. La causa de muerte número uno. Más que accidentes de automóvil. Más que el cáncer.

Durante las últimas dos décadas, más niños en edad escolar han muerto a causa de las armas de fuego que los policías en servicio y los militares en servicio activo combinados. Piense en eso: más niños que policías en servicio muertos por armas, más niños que soldados muertos por armas.

Por el amor de Dios, ¿cuántas matanzas más estamos dispuestos a aceptar? ¿Cuántas vidas estadounidenses inocentes más deben tomarse antes de que digamos “basta”? Suficiente.

Sé que no podemos prevenir todas las tragedias. Pero esto es lo que creo que tenemos que hacer. Esto es lo que la abrumadora mayoría del pueblo estadounidense cree que debemos hacer. Esto es lo que las familias de Buffalo y Uvalde, en Texas, nos dijeron que debemos hacer.

Necesitamos prohibir las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad. Y si no podemos prohibir las armas de asalto, entonces deberíamos aumentar la edad para comprarlas de 18 a 21 años. Fortalecer las verificaciones de antecedentes. Promulgar leyes de almacenamiento seguro y leyes de bandera roja. Derogar la inmunidad que protege de responsabilidad a los fabricantes de armas. Abordar la crisis de salud mental que profundiza el trauma de la violencia armada y que surge como consecuencia de esa violencia.

Estas son medidas racionales y de sentido común. Y quieren decir esto. Significa esto: Deberíamos restablecer la prohibición de armas de asalto y cargadores de alta capacidad que aprobamos en 1994 con apoyo bipartidista en el Congreso y con el apoyo de las fuerzas del orden. En esa prohibición se incluyeron nueve categorías de armas semiautomáticas, como AK-47 y AR-15.

Y en los 10 años que fue ley, los tiroteos masivos disminuyeron. Pero después de que los republicanos permitieron que la ley expirara en 2004 y de que se permitió que esas armas se vendieran nuevamente, los tiroteos masivos se triplicaron. Esos son los hechos.

Hace algunos años, la familia del inventor del AR-15 dijo que le habría horrorizado saber que su diseño estaba siendo utilizado para masacrar a niños y otras vidas inocentes en lugar de ser utilizado como arma militar en los campos de batalla, como fue diseñado, para eso fue diseñado.

Suficiente. Suficiente.

Deberíamos limitar la cantidad de munición que puede contener un arma. ¿Por qué, en el nombre de Dios, un ciudadano común debería poder comprar un arma de asalto que tiene cargadores de 30 municiones que permiten a tiradores en masa disparar cientos de balas en cuestión de minutos?

El daño fue tan devastador en Uvalde que los padres tuvieron que hacer muestras de ADN para identificar los restos de sus hijos, niños de 9 y 10 años.

Suficiente.

Deberíamos ampliar las verificaciones de antecedentes para que: mantengan las armas fuera del alcance de delincuentes, fugitivos y personas bajo órdenes de restricción.

Verificaciones de antecedentes más estrictas es algo en lo que está de acuerdo la gran mayoría de los estadounidenses, incluida la mayoría de los propietarios de armas.

También creo que deberíamos tener leyes de almacenamiento seguro y responsabilidad personal por no guardar su arma bajo llave.

El tirador de Sandy Hook procedía de una casa llena de armas a las que era demasiado fácil acceder. Así fue como obtuvo las armas, el arma que usó para matar a su madre y luego asesinar a 26 personas, incluidos 20 niños de primer grado.

Si posee un arma, tiene la responsabilidad de asegurarla (todos los propietarios de armas responsables están de acuerdo) para asegurarse de que nadie más pueda tener acceso a ella, guardarla bajo llave, tener seguros para el gatillo. Y si no lo hace y sucede algo malo, debe ser responsable.

También deberíamos tener leyes nacionales de alerta roja para que un padre, un maestro, un consejero puedan señalar ante un tribunal que un niño, un estudiante, un paciente exhibe tendencias violentas, amenaza a sus compañeros de clase o experimenta pensamientos suicidas que los convierte en un peligro a ellos mismos o a los demás.

Diecinueve estados y el Distrito de Columbia tienen leyes de bandera roja. La ley de Delaware lleva el nombre de mi hijo, el Fiscal General Beau Biden.

Fort Hood, Texas, 2009: 13 muertos y más de 30 heridos.

Escuela Secundaria Marjorie Stoneman Douglas en Parkland, Florida, 2018: 17 muertos, 17 heridos.

En ambos lugares, muchos otros sufren heridas invisibles.

Las leyes de alerta roja podrían haber detenido a estos dos tiradores.

En Uvalde, el tirador tenía 17 años cuando le pidió a su hermana que le comprara un arma de asalto, sabiendo que se la negarían porque era demasiado joven para comprar una. Ella no lo hizo.

Pero tan pronto como cumplió 18 años, compró dos armas de asalto para sí mismo. Porque en Texas, puedes tener 18 años y comprar un arma de asalto, aunque no puedes comprar una pistola en Texas hasta que tengas 21.

Si no podemos prohibir las armas de asalto, como deberíamos, al menos debemos aumentar la edad para poder comprar una a 21 años.

Miren, sé que algunas personas dirán: “Los jóvenes de 18 años pueden servir en el ejército y disparar esas armas”. Pero eso es con capacitación y supervisión por parte de los expertos mejor capacitados del mundo. No me diga que aumentar la edad no hará la diferencia.

Suficiente.

Deberíamos derogar el escudo de responsabilidad que a menudo protege a los fabricantes de armas de ser demandados por la muerte y destrucción causada por sus armas. Son la única industria en este país que tiene ese tipo de inmunidad.

Imagínese, imagine si la industria tabacalera hubiera sido inmune a ser demandada, dónde estaríamos hoy. Las protecciones especiales de la industria de las armas son escandalosas. Deben terminar.

Y que no haya dudas sobre el trauma psicológico que deja la violencia armada.

Imagínese ser esa niña pequeña, esa niña valiente en Uvalde que untó la sangre del cuerpo de su amiga asesinada en su propia cara para yacer inmóvil entre los cadáveres en su aula y fingir que estaba muerta para seguir con vida. Imagínese, imagine cómo sería para ella volver a caminar por el pasillo de cualquier escuela.

Imagínese cómo es para los niños que experimentan este tipo de trauma todos los días en la escuela, en las calles, en comunidades de todo los Estados Unidos.

Imagínese cómo es para tantos padres abrazar a sus hijos para despedirse por la mañana, sin saber si volverán a casa.

Desafortunadamente, muchas personas no tienen que imaginar eso en absoluto.

Incluso antes de la pandemia, los jóvenes ya estaban sufriendo. Hay una grave crisis de salud mental juvenil en este país, y tenemos que hacer algo al respecto.

Es por eso que la salud mental está en el centro de mi “Agenda de Unidad” que expuse en el Discurso sobre el Estado de la Unión este año.

Debemos proporcionar más consejeros escolares, más enfermeros escolares, más servicios de salud mental para estudiantes y maestros, más personas que se ofrecen como mentores para ayudar a los jóvenes a tener éxito, más protección de la privacidad y recursos para mantener a los niños a salvo de los daños de las redes sociales.

Esta “Agenda de Unidad” no sanará por completo a las almas heridas, pero ayudará. Importa.

Les acabo de decir lo que yo haría. La pregunta ahora es: ¿Qué hará el Congreso?

La Cámara de Representantes ya aprobó las medidas clave que necesitamos. Ampliar las verificaciones de antecedentes para cubrir casi todas las ventas de armas, incluidas las ferias de armas y las ventas en línea. Deshacerse de la laguna jurídica que permite que se lleve a cabo una venta de armas después de tres días hábiles, incluso si no se ha completado la verificación de antecedentes.

Y la Cámara está planeando aún más acciones la próxima semana. Requisitos de almacenamiento seguro. Prohibición de cargadores de gran capacidad. Elevar la edad para comprar un arma de asalto a los 21 años. Ley federal de alerta de peligro. Codificar mi prohibición de armas fantasma que no tienen números de serie y no se pueden rastrear. Y leyes más estrictas para prevenir el tráfico de armas y las compras ficticias.

Esta vez, tenemos que tomarnos el tiempo para hacer algo. Y esta vez, es hora de que el Senado haga algo.

Pero, como sabemos, para hacer cualquier cosa en el Senado, necesitamos un mínimo de 10 senadores republicanos.

Apoyo los esfuerzos bipartidistas que incluyen un pequeño grupo de senadores demócratas y republicanos que intentan encontrar una manera. Pero, Dios mío, el hecho de que la mayoría de los republicanos del Senado no quieran que ninguna de estas propuestas se debata ni se someta a votación, me parece inconcebible.

No podemos volver a fallarle al pueblo estadounidense.

Desde Uvalde, hace poco más de una semana, ha habido otros 20 tiroteos masivos en Estados Unidos, cada uno con cuatro o más personas muertas o heridas, incluido ayer en un hospital en Tulsa, Oklahoma.

Un tirador apuntó deliberadamente a un cirujano usando un arma de asalto que compró solo unas horas antes del alboroto que dejó al cirujano, a otro médico, a una recepcionista y a un paciente muertos, y muchos más heridos.

Eso no cuenta las matanzas que vemos todos los días que no aparecen en los titulares.

He estado en esta lucha durante mucho tiempo. Sé lo difícil que es, pero nunca me rendiré. Y si el Congreso falla, creo que esta vez la mayoría del pueblo estadounidense tampoco se rendirá. Creo que la mayoría de ustedes actuará para convertir su indignación en el tema central de su voto.

Suficiente. Suficiente. Suficiente.

Durante los próximos 17 días, las familias de Uvalde seguirán enterrando a sus muertos.

Tomará tanto tiempo en parte porque es un pueblo donde todos conocen a todos, y día a día honrarán a cada uno de los que perdieron.

Jill y yo nos reunimos con el dueño y el personal de la funeraria que están siendo fuertes, fuertes, fuertes, fuertes, para cuidar de los suyos.

Y la gente de Uvalde llora. Mientras lo hacen durante los próximos 17 días, ¿qué haremos como nación?

Jill y yo nos reunimos con la hermana de la maestra que fue asesinada y cuyo esposo murió de un ataque al corazón dos días después, dejando cuatro hermosos niños huérfanos, y todos ahora huérfanos.

La hermana nos preguntó: ¿Qué podría decir ella? ¿Qué podría decirles a sus sobrinas y sobrinos?

Fue uno de los momentos más desgarradores que puedo recordar. Todo lo que pude pensar en decir fue: le dije que los abrazara fuerte. Abrácelos fuerte.

Después de visitar la escuela, asistimos a misa en la Iglesia Católica del Sagrado Corazón con el Padre Eddie.

En los bancos, familias y amigos se abrazaron fuertemente. Mientras el Arzobispo Gustavo hablaba, pidió a los niños presentes que subieran al altar y se sentaran en el altar con él mientras hablaba.

No había suficiente espacio, así que una madre y su hijo pequeño se sentaron junto a Jill y a mí en el primer banco. Y cuando salíamos de la iglesia, una abuela que acababa de perder a su nieta me pasó una carta escrita a mano.

Decía, cito: “Borre la línea invisible que divide a nuestra nación. Encuentre una solución y arregle lo que está roto y haga los cambios necesarios para evitar que esto vuelva a suceder”. Fin de la cita.

Mis compatriotas estadounidenses, suficiente. Suficiente. Es hora de que cada uno de nosotros haga su parte. Es hora de actuar.

Por los niños que hemos perdido, por los niños que podemos salvar, por la nación que amamos, escuchemos el llamado y el clamor. Estemos a la altura de la circunstancia. Hagamos algo de una vez.

Dios bendiga a las familias que están sufriendo. Que Dios los bendiga a todos.

De un himno basado en el Salmo 91 cantado en mi iglesia:

Que te levante sobre alas de águila
y te lleve en el soplo del alba,
te haga brillar como el sol
y te sostenga en la palma de Su mano.

Esa es mi oración por todos ustedes. Que Dios los bendiga.

7:49 P. M. EDT

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