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MENSAJE SEMANAL: Representando el Mejor de los Estados Unidos en los Juegos de Olímpicos de Verano

Comentarios del Presidente Barack Obama
Mensaje semanal
6 de agosto de 2016

Cada cuatro años, la atención de nuestra nación se vuelve hacia una competición tan intensa como histórica. La gente llena los estadios y ondea las banderas. Los periodistas juzgan cada movimiento y sobre analizan cada paso. A veces nos decepcionan, pero mucho más a menudo nos emociona. Y justo cuando creemos que hemos visto todo, vemos algo suceder en una carrera que nunca habíamos visto antes.
 
Estoy hablando, por supuesto, de los Juegos Olímpicos de Verano.
 
Este mes, Río es el anfitrión de los primeros Juegos celebrados en Sudamérica - y estamos listos para apoyar el Equipo EE. UU. Estamos muy emocionados esperando a ver quién nos inspirará esta vez; ¿quién nos recordará con su velocidad a la supremacía Jesse Owens; o quien va tener la capacidad de volar como Bob Beamon? ¿Qué joven estadounidense nos dejará pasmados, como lo hizo una adolescente llamada Kerri Strug cuando realizó ese salto, y cuando aquel llamado Cassius Clay dio al mundo su primera visión de grandeza? ¿Quién conseguirá la perfección de Mary Lou Retton; o nos dará una sorpresa como Rulon Gardner; o dominará como el Dream Team?
 
Es por eso que los vemos. Y tenemos mucho que anticipar este año. El Equipo EE. UU. recuerda al mundo por qué los Estados Unidos siempre establece el estándar de oro: somos una nación de inmigrantes que encuentra fuerza en la diversidad, y la unidad en nuestro orgullo nacional.
 
Nuestros atletas provienen de 46 estados, D.C. y las Islas Vírgenes. Nuestro equipo cuenta con el mayor número de mujeres que jamás haya competido para ninguna nación en cualquier Juegos Olímpicos. Esto incluye los miembros en servicio activo de nuestras fuerzas militares y los veteranos. Tenemos jugadores de baloncesto que miden casi siete pies de altura y un gimnasta que mide 4 pies y 8 pulgadas. Y el Equipo EE.UU. abarca generaciones: unos cuantos atletas que son casi tan viejos como yo, y uno que nació justo un año antes que mi hija menor.
 
Nuestra lista incluye una gimnasta de Texas que es tan innovadora que han nombrado un salto con su nombre. Una joven que perseveró a través de una dura infancia en Flint, Michigan, para convertirse en la primera mujer estadounidense en ganar el oro en el ring de boxeo. Y una campeona de esgrima de los suburbios de Jersey que será la primera atleta olímpica estadounidense en usar un hijab mientras compite. Y en nuestro equipo paralímpico, estamos honrados de estar representados por un veterano de la marina de guerra que perdió su vista durante su servicio en Afganistán y nos sigue mostrando lo que es el valor cada vez que salta en la piscina.
 
Cuando vean estos Juegos, recuerden que se trata de mucho más que los momentos que pasan en un instante. Piensen en las infinitas horas que entrenan estos atletas, sabiendo que la victoria depende de una fracción de segundo que les concede una vida de orgullo y nos deja recuerdos perdurables. Se trata del carácter que se necesita para entrenar incansablemente, incluso cuando nadie está mirando. Sólo el trabajo duro, la concentración y un sueño. Ese es el espíritu olímpico, y también es el espíritu estadounidense.
 
En nuestros olímpicos, reconocemos que nadie logra la grandeza estando solo. Incluso los atletas en solitario tienen un entrenador junto a ellos y un país respaldándolos. En una temporada de intensa política, apreciemos esta oportunidad para unirnos en torno a una sola bandera. En un momento de desafío por todo el mundo, apreciemos la competencia pacífica y la deportividad que veremos, los abrazos y los choques de cinco y la empatía entre los rivales que saben que compartimos una humanidad en común. Honremos el valor que se necesita, no sólo para cruzar la línea de meta en primer lugar, sino para estar en los tacos de salida. Y veamos nos en el ejemplo que nos dan: demostrar que no importa de dónde uno sea, con determinación y disciplina, no hay nada que no se puede lograr.
 
Esa idea –que uno puede tener éxito sin importa de dónde venga– es especialmente verdadera este año. Apoyaremos a los atletas del primer Equipo Olímpico de Refugiados: diez competidores del Congo, Etiopía, Sudán del Sur y Siria, que personifican la resistencia.
 
A todos nuestros atletas olímpicos y paralímpicos que llevan los colores rojo, blanco y azul: sepan que su país no podría estar más orgulloso de ustedes. Admiramos todo el trabajo que han hecho para llegar a Río y todo lo que harán allí. Gracias por mostrar al mundo lo mejor de los Estados Unidos. Y sabemos que cuando se suban a ese podio, cantaremos el himno nacional –y tal vez incluso derramaremos una lágrima– junto con ustedes.
 
Y ahora, ¡traigan a casa el oro!