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Columna de Opinión por el Presidente sobre la ley del derecho al voto

Esta columna se publicó en Medium el 6 de agosto, 2015

https://medium.com/@PresidentObama/50-years-after-the-voting-rights-act-we-still-have-work-to-do-fcee728c54d0


50 años después de la Ley de Derecho al Voto, todavía nos queda mucho por hacer

Por el Presidente Barack Obama

El derecho al voto es uno de los derechos más fundamentales de toda democracia.

Hoy hace cincuenta años, debido al sacrificio de incontables hombres y mujeres, se aseguró ese derecho para más ciudadanos Americanos.

El 6 de agosto de 1965, el Presidente Lyndon Johnson firmó la Ley de Derecho al Voto, derrumbando las barreras legales al nivel estatal y local que impedían que afroamericanos y otros ejerciten su derecho constitucional al voto.

Debido a la ley, uno de los elementos de legislación más importantes de nuestra nación, los ciudadanos Americanos que habían sido marginados y excluidos del proceso democrático finalmente pudieron votar. La ley fue diseñada para asegurar que todos los ciudadanos que viven en Estados Unidos, sin interesar el color de su piel, tengan una oportunidad de que se escuche su voz.

Pero la ley no se aprobó debido a que las personas de repente decidieron que era lo más correcto.

Este pasado mes de marzo, tuve el honor de viajar a Selma, Alabama, para conmemorar el 50 aniversario de la marcha llamada “Bloody Sunday” (domingo sangriento) desde Selma hasta Montgomery. Aquellos que marcharon durante el curso de esos cinco días en 1965 estaban luchando por asegurar que los afroamericanos pudieran ejercitar su derecho al voto bajo la 15 enmienda de nuestra Constitución. Ellos marcharon frente a un sistema segregacionista que les quería negar el derecho al voto.

Y una tarde, se encontraron dos visiones de los Estados Unidos en el puente Edmund Pettus. Esas personas marchando de manera no violenta, representando la idea que todos los hombres y las mujeres eran iguales y merecían ser tratados como tales, miraron fijamente a las caras de aquellos que defendían la segregación racial y la opresión de Jim Crow.

Aproximadamente 600 personas estaban del lado correcto de la historia ese día, armados solamente con su fe, y la convicción de que podíamos ser mejores. Ellos estaban dispuestos a sacrificar sus propios cuerpos para ayudar a los Estados Unidos acercarse a sus ideales de igualdad y justicia para todos.

Hombres y mujeres fueron ensangrentados en ese puente. Se rompieron huesos en ese puente. Y debido a los sacrificios de ese día, su visión -- de unos Estados Unidos equitativos, unos Estados Unidos más justos, unos Estados Unidos igualitario, finalmente triunfaron. Nos convertimos en una unión más perfecta.

Hoy, cada vez que caminamos a las urnas a votar, no podemos olvidar a los héroes que ayudaron a que esto sea posible para todos nosotros. Jimmie Lee Jackson. John Lewis. C.T. Vivian. Joseph Lowery. Dr. Martin Luther King, Jr. y tantos otros cuyos nombres no conoce la historia, ciudadanos ordinarios que hicieron sacrificios extraordinarios para asegurar que se escuchen todas nuestras voces.

Tenemos una gran deuda con ellos. Yo estoy seguro de que no estaría aquí sin sus sacrificios.

Pero como dijo John Lewis en ese puente cuando conmemoramos el 50 aniversario de ese día en el pasado mes de marzo, “Todavía queda mucho trabajo por hacer”.

Hace cincuenta años, registrarse para votar en la mayoría del sur significaba adivinar el número de caramelos en un tarro, el número de burbujas en una barra de jabón. Y mientras que la Ley de Derecho al Voto derribó muchas de las barreras ridículas para votar, actualmente, en el 2015, todavía hay demasiadas barreras para votar, y demasiadas personas levantando nuevas barreras contra el voto. En algunas partes de nuestro país hasta han escrito en el código de la ley disposiciones diseñadas específicamente para dificultar el voto para algunas personas.

Leyes que eliminan el voto temprano. Leyes con requisitos restrictivos de identificación. Leyes que conducen a la depuración incorrecta de patrones electorales.

Es más, hemos visto pasos para debilitar la Ley de Derecho al Voto en sí misma. Hace dos años, en el caso de Shelby County v. Holder, la Corte Suprema canceló una parte clave de la ley, lo que permitió que varios estados cambiaran sus leyes de votación sin tener que cumplir con protecciones procesales vitales establecidas para prevenir la discriminación.

Por lo tanto he pedido al Congreso que restablezca la Ley de Derecho al Voto. Nos debemos asegurar de que cada ciudadano que viva en Estados Unidos tenga acceso igual al voto.

En todo el país, personas se están reuniendo alrededor de este asunto. En este momento, por ejemplo, la NAACP está movilizando activistas para una marcha de 40 días desde Selma hasta Washington, D.C. en apoyo de muchos asuntos, uno de los cuales es el acceso “no corrupto y sin restricciones a las urnas”.

Todavía hay mucho trabajo por hacer.  

Ahora, si bien es una vergüenza que se diseñen leyes para impedir el acceso al voto, existe algo igual de problemático, si no peor:

Entre aquellos que podemos votar, demasiados de nosotros optamos por no votar.

Después de la decisión de la Corte Suprema, el congresista Lewis le dijo al país, en términos claros, lo que el voto representaba para él.

“El voto es precioso”, dijo ese día. “Es casi sagrado. Es la herramienta no violenta más poderosa que tenemos en una sociedad democrática, y tenemos que usarla”.

Cuando nos quedamos en casa el día de las elecciones, regalamos nuestro poder. Regalamos nuestra voz. Regalamos nuestra capacidad de ayudar a dar forma al futuro de nuestras comunidades y de este país al que amamos.

No existe una excusa para esto.

Es posible que sea fácil mirar a Washington estos días y sentirse frustrado con el ritmo del cambio, y consecuentemente perder la esperanza en el proceso político. Pero no debemos sucumbir al cinismo. Debido a que nuestro gobierno, nuestra democracia, somos nosotros. Es solo tan buena como las personas que nosotros elegimos. Solamente refleja nuestra voluntad cuando la ejercitamos.

Hubiera sido fácil para esas personas en la marcha de hace 50 años aceptar las cosas como estaban, quedarse en el lugar que les hicieron creer que era de ellos, para sucumbir a la idea de que el cambio era imposible.

Lo que ellos sabían y lo que debemos recordar hoy es esto: El cambio no viene con facilidad y no ocurre de un día al otro. Usted debe pelear para conseguirlo.

Nuestro país mejoró debido a que esas personas que marcharon decidieron hacer lo difícil. Ellos decidieron pelear por algo mejor. Corrieron el riesgo de recibir lesiones por eso. Y cada día, se levantaron y siguieron con su misión de nuevo.

Actualmente, no solamente nos perjudicaríamos a nosotros y a este país si decidimos no ejercitar ese derecho fundamental. Deshonramos a aquellos que pelearon tan duro por darnos ese derecho en primer lugar.

Todos nosotros tenemos que desempeñar un papel como ciudadanos. Si administra un negocio, puede hacer un compromiso para darles tiempo libre a sus empleados para que voten. Puede usar su tiempo como voluntario para ayudar a registrar nuevos votantes.

Y por lo menos puede salir e ir a votar.

Todos los días, desempeñamos el trabajo de hacer que esta unión sea un poco más perfecta para la próxima generación. Y esta lucha es más importante hoy que nunca.