Sede de las Naciones Unidas

Ciudad de Nueva York, Nueva York

11:08 horas (hora de Washington D. C.)

EL PRESIDENTE: Gracias.

Sr. Presidente, Sr. Secretario General, colegas líderes, en el pasado año nuestro mundo ha experimentado una gran sacudida: Una crisis de inseguridad alimentaria en aumento; calor a niveles récord, inundaciones y sequías; COVID-19; inflación; y una guerra brutal e innecesaria, una guerra elegida por un hombre, para ser claro.

Hablemos claro. Un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas invadió a su vecino, intentó borrar a un Estado soberano del mapa.

Rusia ha violado descaradamente principios esenciales de la Carta de la ONU. Ninguno más importante que la clara prohibición contra los países de tomar territorio de sus vecinos por la fuerza.

De nuevo, justo hoy, el presidente Putin ha hecho amenazas nucleares abiertamente contra Europa, despreciando temerariamente las responsabilidades del régimen de no proliferación.

Ahora Rusia está llamando, llamando a más soldados a unirse a la lucha. Y el Kremlin está organizando referendos fraudulentos para tratar de anexionarse partes de Ucrania, una violación extremadamente importante de la Carta de la ONU.

El mundo debe ver estos actos escandalosos por lo que son. Putin dice que tenía que actuar porque Rusia estaba amenazada. Pero nadie amenazó a Rusia. Y nadie, aparte de Rusia, buscó conflictos.

De hecho, advertimos que se avecinaba eso, y trabajamos para evitarlo con muchos de ustedes.

Las propias palabras de Putin pusieron de manifiesto inequívocamente su verdadero propósito. Justo días antes de que invadiera, aseveró que Ucrania había sido “creada por Rusia” y que nunca había tenido, y cito, “verdadera condición de Estado”.

Y ahora vemos ataques a escuelas, estaciones de tren, hospitales. A centros de la historia y la cultura ucranianos.

En el pasado han surgido incluso más evidencias horripilantes de las atrocidades y crímenes de guerra rusos: Fosas comunes se han descubierto en Izium, cuerpos, y según los que han exhumado los cuerpos, muestran marcas de torturas.

Esta guerra trata de extinguir el derecho de Ucrania a existir como Estado, sencillamente, y de los ucranianos a existir como pueblo. Quien quiera que usted sea, donde quiera que viva, sea lo que sea en lo que usted crea, eso le debería helar la sangre.

Es por eso que 141 países se unieron aquí en esta Asamblea General para condenar de modo inequívoco la guerra de Rusia contra Ucrania. Estados Unidos ha reunido niveles masivos de asistencia de seguridad, ayuda humanitaria y apoyo económico directo a Ucrania. Más de 25.000 millones de dólares hasta la fecha.

Nuestros aliados y socios de todo el mundo también se han sumado. Al día de hoy más de 40 países aquí representados han aportado miles de millones de su propio dinero y equipos para ayudar a Ucrania a defenderse.

Estados Unidos también está trabajando estrechamente con nuestros aliados y socios para imponer costes a Rusia para disuadir los ataques contra el territorio de la OTAN, y para que Rusia rinda cuentas por sus atrocidades y crímenes de guerra.

Porque si las naciones pueden perseguir su ambición imperial sin consecuencias, entonces ponemos en riesgo todo lo que esta propia institución representa. Todo.

Cada victoria ganada en el campo de batalla pertenece a los valientes soldados ucranianos. Pero, este año pasado, el mundo también fue puesto a prueba. Y no dudamos.

Elegimos la libertad. Elegimos la soberanía. Elegimos los principios a los que cada miembro parte de la Carta de la ONU se atiene. Estamos con Ucrania.

Como ustedes, Estados Unidos desea que esta guerra termine justamente. En términos que todos hemos aceptado: de que no podemos tomar el territorio de un vecino por la fuerza. El único país que está incumpliendo esto es Rusia.

Así que nosotros… cada uno de nosotros en este cuerpo que esté decidido a defender los principios y creencias que hemos prometido defender como miembros de las Naciones Unidas, debemos ser claros, firmes e inquebrantables en nuestra determinación.

Ucrania tiene los mismos derechos que tiene cualquier otro país soberano. Permaneceremos en solidaridad con Ucrania. Y permaneceremos en solidaridad contra la agresión de Rusia. Punto.

Ahora, no es un secreto que en la contienda entre la democracia y la autocracia, Estados Unidos, y yo como presidente, defendemos una visión para nuestro mundo que se basa en los valores de la democracia.  

Estados Unidos está decidido a defender y fortalecer la democracia en nuestro país y en todo el mundo. Porque creo que la democracia sigue siendo el mejor instrumento de la humanidad para abordar los retos de nuestro tiempo.

Estamos trabajando con el G7 y países afines para demostrar que las democracias dan resultados para sus ciudadanos así como para el resto del mundo.

Pero al reunirnos hoy, la Carta de la ONU, la Carta de la ONU que es base misma de un orden estable y justo, orden basado en reglas está siendo atacada por aquellos que desean derribarla, o distorsionarla para su propio beneficio político.

Y la Carta de las Naciones Unidas no fue solamente suscrita por las democracias del mundo, se negoció entre docenas de naciones, con historias e ideologías muy diferentes, unidas por su compromiso de trabajar por la paz.

Como dijo el presidente Truman en 1945 la Carta de la ONU es, y cito: “prueba de que las naciones, como los hombres, pueden exponer sus diferencias, pueden afrontarlas, y luego pueden encontrar un terreno común en el que apoyarse”. Termina la cita.

Ese terreno común era tan sencillo, tan básico… que hoy 193 estados miembros han aceptado voluntariamente sus principios. Y defender esos principios, de la Carta de la ONU, es una tarea de cada Estado miembro responsable.

Rechazo el uso de la violencia y la guerra para conquistar naciones o ampliar las fronteras mediante el derramamiento de sangre.

Nos oponemos a una política global de miedo y coerción, defendemos los derechos soberanos de las naciones más pequeñas como iguales a los de las más grandes, aceptamos principios básicos como la libertad de navegación, el respeto al derecho internacional y el control de armas. No importa en qué otras cosas no estemos de acuerdo, ese es el terreno común en el que debemos estar.

Si todavía están comprometidos con esta firme base, por el bien de todas las naciones del mundo entonces Estados Unidos desea trabajar con ustedes.

También considero que ha llegado el momento de que esta institución sea más inclusiva para que pueda responder mejor a las necesidades del mundo actual.

Los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, incluido Estados Unidos, deben mantener y defender sistemáticamente la Carta de la ONU y abstenerse de utilizar el veto excepto en situaciones raras y extraordinarias, para garantizar que el Consejo siga siendo creíble y eficaz.

Por ello, Estados Unidos apoya el incremento del número de representantes permanentes y no permanentes del Consejo. Esto incluye puestos permanentes para aquellas naciones que hemos apoyado durante mucho tiempo, y puestos permanentes para países de África y América Latina y el Caribe.

Estados Unidos está comprometido con esta labor vital. En todas las regiones, hemos buscado nuevas y constructivas maneras de trabajar con nuestros socios para promover nuestros intereses comunes: desde promover el grupo “Quad” en el Indopacífico, hasta la firma de la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección durante la Cumbre de las Américas, pasando por la participación en una reunión histórica de nueve líderes árabes para trabajar por un Oriente Medio más pacífico e integrado, y seremos anfitriones de la Cumbre de Líderes Estados Unidos y África este diciembre.

Y, como dije el año pasado, Estados Unidos está abriendo una era de diplomacia implacable para abordar los retos que más importan a la vida de las personas, de todas las personas: Abordar la crisis climática, como hablaron antes otros, fortalecer la seguridad sanitaria mundial, alimentar al mundo.

Tenemos esa prioridad y, un año después, estamos cumpliendo esa promesa.

Desde el día en que asumí el cargo, hemos liderado una audaz agenda climática. Nos volvimos a adherir al Acuerdo de París. Convocamos importantes cumbres sobre el clima. Ayudamos a alcanzar acuerdos cruciales en la COP 26 de Glasgow, y contribuimos a que dos tercios del PIB mundial se pongan en marcha para limitar el calentamiento a 1,5 grados centígrados.

Y ahora he firmado una legislación histórica aquí en Estados Unidos que incluye el mayor y más importante compromiso climático que hemos hecho en la historia de nuestro país: 369.000 millones de dólares para el cambio climático. Eso incluye decenas de miles de millones en nuevas inversiones en energía eólica costera y solar, duplicar el intento de lograr vehículos de cero emisiones, aumentar la eficiencia energética, apoyar la manufactura con métodos limpios.

Nuestro Departamento de Energía calcula que esta nueva ley reducirá las emisiones de Estados Unidos en aproximadamente una gigatonelada al año para 2030, al tiempo que desencadenará una nueva era de crecimiento económico impulsado por la energía limpia.

Nuestras inversiones también ayudarán a reducir el coste del despliegue de tecnologías de energía limpia en todo el mundo. Se trata de un cambio a nivel mundial. Y no es demasiado pronto. No tenemos demasiado tiempo.

Todos sabemos que ya estamos viviendo la crisis climática. Nadie parece dudarlo después de este pasado año. Mientras estamos aquí reunidos, gran parte de Pakistán sigue inundada. Necesitan ayuda. Mientras tanto, el Cuerno de África se enfrenta a una sequía sin precedentes.

Las familias se enfrentan a decisiones imposibles: elegir a qué hijo alimentar, preguntarse cómo van a sobrevivir.

Este es el coste humano del cambio climático. Y va en aumento, no va a disminuir.

Por eso, como anuncié el año pasado, para cumplir con nuestra responsabilidad global, mi Administración está trabajando con el Congreso [de EE. UU.] para aportar más de 11.000 millones de dólares al año en financiación internacional para el clima, con el fin de ayudar a los países de bajo ingresos a cumplir sus objetivos climáticos y garantizar una transición energética justa.

Una parte clave de esto será nuestro plan PEPFAR “PREPARE”, que ayudará a 500 millones de personas en países especialmente vulnerables a adaptarse a los impactos del cambio climático y a crear resiliencia.

La necesidad es enorme. Así que dejemos que este sea el momento en que encontremos dentro de nosotros mismos la voluntad de hacer retroceder la devastación climática, desbloquear una economía de energía limpia resiliente y sostenible, y de preservar nuestro planeta.

En cuanto a la salud mundial, hemos suministrado más de 620 millones de dosis de vacunas contra COVID-19 a 116 países de todo el mundo, y hay más disponibles para ayudar a satisfacer las necesidades de otros países. Todo ello de forma gratuita. Sin condiciones.

Y, trabajando estrechamente con el G20 y otros países, Estados Unidos ayudó a liderar la iniciativa para establecer un nuevo e innovador Fondo para la prevención, preparación y respuesta ante pandemias en el Banco Mundial.

Al mismo tiempo, hemos seguido avanzando en la resolución de los retos sanitarios mundiales más persistentes.

Más tarde, hoy, seré el anfitrión de la Séptima Conferencia de Reposición del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. Con apoyo bipartidista del Congreso de Estados Unidos, me he comprometido a contribuir con hasta 6.000 millones de dólares a esa iniciativa.

Así que espero acoger una ronda histórica de promesas de contribuciones en la conferencia, lo que dará lugar a uno de los mayores eventos de recaudación de fondos para la salud mundial de la historia.

También estamos haciendo frente a la crisis alimentaria. Con 193 millones de personas en todo el mundo que sufren una grave, grave, inseguridad alimentaria, un aumento de 40 millones en un año, hoy anuncio un apoyo adicional de 2.900 millones de dólares en ayuda humanitaria y de seguridad alimentaria para este año.

Mientras tanto, Rusia está lanzando mentiras para tratar de culpar de esta crisis a las sanciones impuestas por muchos en el mundo por su agresión contra Ucrania. 

Así que permítanme ser perfectamente claro sobre algo. Nuestras sanciones permiten explícitamente a Rusia la capacidad de exportar alimentos y fertilizantes. Sin límites. Es la guerra de Rusia la que está empeorando la inseguridad alimentaria, y solo Rusia puede ponerle fin.

Agradezco el trabajo realizado aquí en la ONU, incluido su liderazgo, Sr. Secretario General, para establecer un mecanismo de exportación de grano desde los puertos del mar Negro en Ucrania que Rusia había bloqueado durante meses, y tenemos que asegurarnos de que se amplíe.

Creemos firmemente en la necesidad de alimentar al mundo. Por eso, Estados Unidos es el mayor donante del mundo del Programa Mundial de Alimentos: más del 40 por ciento de su presupuesto.

Somos el principal patrocinador de los esfuerzos de UNICEF para alimentar a los niños de todo el mundo.

Y para afrontar el gran reto de la inseguridad alimentaria, Estados Unidos presentó un “Llamamiento a la Acción”, una hoja de ruta para eliminar la inseguridad alimentaria mundial, que han apoyado más de 100 Estados miembros de las Naciones Unidas.

En junio, el G7 anunció conjuntamente más de 4.500 millones de dólares para fortalecer la seguridad alimentaria en todo el mundo.

A través de la iniciativa Alimentar el Futuro de USAID, Estados Unidos está ampliando formas innovadoras de hacer llegar semillas resistentes a la sequía y al calor a los agricultores que las necesitan. Estamos distribuyendo fertilizantes y mejorando la eficiencia de los mismos, para que los agricultores puedan cultivar más, utilizando menos.

Y estamos pidiendo a todos los países que se abstengan de prohibir las exportaciones de alimentos o de acaparar grano mientras tanta gente está sufriendo. Porque en todos los países del mundo, no importa lo que nos separe, si los padres no pueden alimentar a sus hijos, nada, nada más importa.

De cara al futuro, estamos trabajando con nuestros socios para actualizar o crear normas de comportamiento para los nuevos desafíos a los que nos enfrentamos en el siglo XXI.

Lanzamos el Consejo de Comercio y Tecnología, con la Unión Europea, para garantizar que las tecnologías clave se desarrollen y se gobiernen de forma que beneficien a todos.

Con nuestros países socios, y a través de la ONU, estamos apoyando y reforzando las normas de comportamiento estatal responsable en el ciberespacio así como trabajando para hacer rendir cuentas a quienes utilizan los ciberataques para amenazar la paz y la seguridad internacionales.

Con socios en las Américas, África, Europa, Oriente Medio y el Indopacífico, estamos trabajando para construir un nuevo ecosistema económico, en el que cada país tenga una oportunidad justa y el crecimiento económico sea resistente, sostenible y compartido.

Por eso, Estados Unidos ha defendido un Impuesto Mínimo Mundial, y trabajaremos para que se aplique, para que las grandes empresas paguen lo que les corresponde en todas partes.

Esa es también la idea que subyace en el Marco Económico Indopacífico, que Estados Unidos ha puesto en marcha este año, junto con otras 13 economías de la región indopacífica. Trabajamos con nuestros socios de la ASEAN y de las islas del Pacífico para apoyar una visión de la crítica región del Indopacífico que sea libre y abierta, conectada y próspera, segura y resiliente.

Junto con nuestros socios de todo el mundo, estamos trabajando para asegurar cadenas de suministro resistentes que protejan a todos de la coerción o la dominación. Así como para garantizar que ningún país pueda utilizar la energía como un arma.

Y mientras la guerra de Rusia agita la economía mundial, también pedimos a los principales acreedores mundiales incluidos los países que no pertenecen al Club de París, que negocien de forma transparente la condonación de la deuda de los países de bajos ingresos, para evitar crisis económicas y políticas más amplias en todo el mundo.

En lugar de proyectos de infraestructura, que generan grandes deudas, sin ofrecer todas las ventajas prometidas, satisfagamos las enormes necesidades de infraestructura en todo el mundo con inversiones transparentes, proyectos de alto nivel que protejan los derechos de los trabajadores y el medioambiente y que se ajusten a las necesidades de las comunidades a las que sirven, no al que contribuye.

Por ello, Estados Unidos, junto con otros miembros del G7, lanzó la Asociación para la Infraestructura e Inversión Mundiales. Tenemos la intención de movilizar colectivamente 600.000 millones de dólares en inversiones a través de esta Asociación para 2027.

Ya hay decenas de proyectos en marcha: fabricación de vacunas a escala industrial en Senegal, proyectos solares transformadores en Angola, la primera central nuclear modular pequeña de su clase en Rumanía.

Se trata de inversiones que van a reportar beneficios no solo a esos países, sino a todos. Estados Unidos trabajará con todos los países, incluidos nuestros competidores, para resolver problemas globales como el cambio climático. La diplomacia climática no es un favor para Estados Unidos ni para ninguna otra nación, y alejarse de ella perjudica al mundo entero.

Permítanme ser directo sobre la competencia entre Estados Unidos y China. Mientras gestionamos las cambiantes tendencias geopolíticas, Estados Unidos se comportará como un líder razonable. No buscamos el conflicto. No buscamos una Guerra Fría. No pedimos a ninguna nación que elija entre Estados Unidos o cualquier otro socio.

Pero Estados Unidos no ha de avergonzarse al promover la visión de un mundo libre, abierto, seguro y próspero y en todo lo que tenemos que ofrecer a las comunidades de naciones: inversiones diseñadas no para fomentar la dependencia sino para aliviar las cargas y ayudar a las naciones a ser autosuficientes; asociaciones que no crean obligaciones políticas, porque nosotros conocemos nuestro propio éxito, cada uno de nuestros éxitos es mayor cuando otras naciones también tienen éxito.

Cuando los individuos tienen la posibilidad de vivir con dignidad y desarrollar sus talentos, todos se benefician. Para ello es decisivo cumplir con las metas más elevadas de esta institución: incrementar la paz y la seguridad para todos en todo lugar.

Estados Unidos no ha de titubear en nuestra determinación inquebrantable para contrarrestar y aplacar las continuas amenazas terroristas a nuestro mundo. Y hemos de liderar con nuestra diplomacia en busca de la resolución pacífica de los conflictos.

Nosotros queremos mantener la paz y la estabilidad a lo ancho del estrecho de Taiwán.

Seguimos comprometidos con nuestra política de Una China, que ha ayudado a prevenir conflictos durante cuatro décadas. Y seguiremos oponiéndonos a los cambios unilaterales al statu quo por cualquier lado.

Nosotros apoyamos el proceso de paz liderado por la Unión Africana para terminar el conflicto en Etiopía y restaurar la seguridad para toda su gente.

En Venezuela, donde años de opresión política han empujado a salir de ese país a más de seis millones de personas, nosotros instamos a un diálogo liderado por los venezolanos y el retorno a las elecciones libres y justas.

Seguimos firmes junto a nuestro vecino Haití que enfrenta la violencia política atizada por las pandillas y una enorme crisis humanitaria.

Y le pedimos al mundo hacer lo mismo. Tenemos mucho más que hacer.

Seguiremos respaldando la tregua en Yemen, con mediación de la ONU, que ha conseguido valiosos meses de paz para la gente que ha sufrido años de guerra.

Y seguiremos abogando por una negociación de paz duradera entre el Estado judío y democrático de Israel y el pueblo palestino. Estados Unidos se halla comprometido con la seguridad de Israel, está claro. Una solución negociada para de dos estados sigue siendo, en nuestro criterio, la mejor manera de garantizar la seguridad y la prosperidad para el futuro de Israel, y para darles a los palestinos el Estado, al que tienen derecho, en que ambas partes respeten los derechos igualitarios de sus ciudadanos, ambos pueblos gozando de la misma medida de libertad y dignidad.

También permítanme instar a cada nación volver a comprometerse para reforzar el régimen de no proliferación nuclear por medio de la diplomacia. No importa todo aquello que esté ocurriendo en el mundo, Estados Unidos está listo para buscar medidas para el control de armas críticas. Una guerra nuclear no puede ser ganada y nunca se debe llevar a cabo.

Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad acaban de reafirmar ese compromiso en enero. Pero hoy estamos viendo tendencias preocupantes. Rusia eludió los ideales de no proliferación adoptados por todas las otras naciones en la 10 ª Conferencia de Revisión del TNP.

Y otra vez, hoy, como dije, están haciendo amenazas nucleares irresponsables de usar armas nucleares. China está llevando adelante un preocupante montaje nuclear sin precedentes, sin ninguna transparencia.

A pesar de nuestros esfuerzos para comenzar una diplomacia seria y sostenible, la República Popular Democrática de Corea sigue violando abiertamente las sanciones de la ONU.

Y si bien Estados Unidos se halla preparado para el retorno mutuo al Plan de acción integral conjunto si Irán cumple con sus obligaciones, Estados Unidos es claro: no permitiremos que Irán consiga un arma nuclear.

Sigo creyendo que la diplomacia es la mejor manera de lograr este resultado. El régimen de no proliferación es uno de los grandes éxitos de esta institución. No podemos ahora permitir que el mundo retroceda ni podemos cerrar los ojos ante la erosión de los derechos humanos.

Es posible que entre los logros singulares de este organismo destaque la Declaración Universal de Derechos Humanos, que es el emblema con el que nuestros antepasados nos desafiaron para ponernos a prueba a nosotros mismos.

Lo plantearon claramente en 1948: los derechos humanos son la base de todo aquello que queremos conseguir. E incluso hoy, en el año 2022, las libertades fundamentales están en riesgo en todas partes del mundo, desde las violaciones en Xinjiang descritas en recientes informes por la Oficina de la ONU, EE. UU., informes detallados del Alto Comisionado de la ONU, a los atroces abusos en contra de activistas prodemocráticos y minorías étnicas por el régimen militar en Birmania, a la creciente represión de las mujeres y niñas por parte del Talibán en Afganistán.

Hoy, permanecemos con los valientes ciudadanos y las valientes mujeres de Irán que están manifestándose ahora en favor de sus derechos básicos.

Pero esto es lo que yo sé: el futuro será ganado por esos países que desaten el potencial pleno de sus poblaciones, donde las mujeres y las niñas puedan ejercer derechos igualitarios, incluyendo los derechos básicos a la reproductividad, y contribuyan plenamente a construir economías más fuertes y sociedades más resilientes; donde las minorías étnicas y religiosas puedan vivir su vida sin hostigamientos y contribuyan a la estructura de sus comunidades; donde los individuos de la comunidad LGBTQ+ vivan y amen libremente sin ser señalados con violencia; donde los ciudadanos puedan cuestionar y criticar a sus líderes sin el temor a la represalia.

Estados Unidos siempre promoverá los derechos humanos y los valores consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, en nuestro propio país y alrededor del mundo.

Permítanme terminar con esto: esta institución, guiada por la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos humanos, es en el fondo un intrépido acto de esperanza.

Permítanme decirlo otra vez: un intrépido acto de esperanza.

Piensen en la visión de aquellos primeros delegados que asumieron la tarea aparentemente imposible cuando el mundo todavía estaba resentido.

Piensen en cómo pueblos divididos en el mundo pudieron sentirse con el lamento fresco por millones de muertos, los horrores genocidas del Holocausto expuestos.

Ellos tuvieron todo el derecho de creer en solo lo peor de la humanidad. En vez de ello, lograron alcanzar lo que es mejor en todos nosotros y se dedicaron a construir algo mejor: una paz duradera, respeto entre las naciones; derechos igualitarios para cada miembro de la familia humana; cooperación para el avance de toda la raza humana.

Mis colegas líderes, los desafíos que hoy enfrentamos indudablemente son enormes pero nuestra capacidad lo es más. Nuestro compromiso aún debe ser más grande.

Por ello unámonos todos para declarar otra vez la determinación inequívoca de que las naciones del mundo todavía están unidas, que defendemos los valores de la Carta de la ONU, que todavía creemos en que trabajando juntos podemos cambiar el curso de la historia hacia un mundo más libre y más justo para todos nuestros hijos, aunque ninguno de nosotros lo haya logrado completamente.

Nosotros no somos testigos pasivos de la historia; somos los autores de la historia.

Nosotros podemos hacer esto, y tenemos que hacerlo, por nosotros y por nuestro futuro, por la humanidad.

Gracias por su tolerancia, por escucharme. Lo aprecio mucho. Que Dios los bendiga todos. (Aplausos).

11:37 horas (hora de Washington D. C.)

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